El «hombre del Sidrón» se considera el hallazgo más importante de la prehistoria asturiana, equiparable a los descubrimientos de Atapuerca (Burgos). La última investigación señala que aquel robusto habitante de las laderas del Sueve hace 43.000 años tenía la misma predisposición para hablar que nosotros mismos, descendientes del «homo sapiens». A partir de los restos óseos de dos individuos masculinos hallados en la cueva del Sidrón, se ha recuperado el gen FOXP2, situado en el cromosoma 7. Este gen interviene en la base neuronal de la capacidad del habla. Otro gen recuperado (el MC1R o receptor 1 de la melanocortina) indica que el hombre del Sidrón era roxu, que tenía elcabello entre rubio y rojizo y la piel clara.
Entre los fósiles óseos hallados en el Sidrón figura un sacro, correspondiente a un adolescente y, junto a otros huesos de la cadera ya existentes, permitiría calcular el peso de aquella especie. Se han encontrado también una cabeza de fémur, dos huesos del codo y un fragmento de hueso largo del brazo con marcas de corte, además de un incisivo, trozos de cráneo y de costillas. Más de dos docenas de piezas que ya suponen un tesoro neandertal excepcional.
También se han clasificado restos de útiles líticos, junto a los restos óseos, como una punta de tayac que define la cultura musturiense, propia de los neandertales.
La cueva del Sidrón, por cuyo interior circula un arroyo, siempre ha resultado interesante también para los espeleólogos porque se trata de la cavidad más grande en la región sobre calizas no carboníferas.