Monasterio de Santa María la Real de Obona (Tineo)
La iglesia es de gran tamaño, siendo sobria en su decoración, tiene tres naves, la central más alta y ancha reposada sobre columnas, tres ábsides circulares precedidos de arco de triunfo, portada principal de arquitectura románica. El claustro es posterior y pertenece al estilo barroco.
Pocos edificios resultan tan paradigmáticos, no ya a la hora de referirnos al patrimonio histórico-artístico de Asturias, sino también en lo que tiene que ver con el imaginario sentimental del suroccidente de la región. Su importancia fue tan grande que el rey Alfonso IX dictaminó que aquellos peregrinos que se dirigiesen a Santiago siguiendo la primigenia vía asturiana, debían visitarlo obligatoriamente. Es un mandato singular si se piensa que el monasterio no se encuentra estrictamente en el Camino Primitivo, sino que para llegar a él hay que alejarse de la ruta unos cuatrocientos metros. Cabe señalar que el esfuerzo tiene recompensa. El monasterio de Obona es un lugar tan bello como extraño y, de hecho, sus propios orígenes aparecen envueltos en leyendas. Tradicionalmente se atribuye su fundación a un príncipe Adelgaster, supuesto hijo bastardo del rey Silo, y a su esposa doña Brunilda. Pese a que no está verificada la existencia de ninguno de los dos, su lápida sepulcral se conserva en el ábside del templo. Éste empezó a levantarse en el siglo XIII y su fábrica, románica, respeta escrupulosamente los parámetros impuestos por la orden del Císter.
El monasterio no tardó en adquirir gran poder en los ámbitos económico y cultural. Se impartían allí clases de teología, latín y filosofía. También se modernizaron desde sus dominios las técnicas agrícolas y ganaderas. De allí procede la primera referencia escrita a la sidra, en un documento de la época se hacia constar que los siervos deberían recibir «sicere si potest ese» , sidra si fuera posible.
Había un lado oscuro: al parecer, los monjes se excedían a menudo en sus atribuciones, y no eran demasiado queridos por los vecinos de aquellas tierras. El claustro y las dependencias monacales empezaron a reformarse en el siglo XVIII, pero la crisis del cenobio impidió que la remodelación se concluyese. Santa María la Real de Obona quedó abandonada con la desamortización y comenzó entonces una triste historia de agravios y desperfectos. Hubo vecinos que llevaban piedras del edificio para reformar sus casas, y sacerdotes que no dudaron en vender cuanto de valor podía quedar allí. No se perdió todo, por suerte.
La soberbia iglesia románica ya es un valor en sí misma, y de su arco de triunfo cuelga un Cristo al que muchos consideran la escultura religiosa más perfecta de todo el arte medieval asturiano… El Santo Cristo de Obona una magnífica talla románica llena de ternura y equilibrio.
Encontrar las llaves y acceder al interior puede suponerle al peregrino merodear por el pueblo más de lo que inicialmente pensaba, pero se verá plenamente redimido cuando, al abrir las puertas, se despliegue ante sus ojos toda la belleza y todo el misterio de un monasterio que, pese a las sucesivas decadencias, conserva sus principales encantos.
Fue declarado Monumento Nacional el 14 de mayo de 1982.
Obona, Oubona, Aubona, Agua-buena son nombres etimológico referidos al valle. Aquí se encuentra la fuente Matoxo, que adquirió fama gracias al ilustre pensador y teólogo, fray Benito Jerónimo Feijoo Montenegro, que solía pasar largas temporadas de descanso en este monasterio, habiéndose prendado de las excelencias de esta agua hasta tal punto que se la hacia llevar a Oviedo. Todavía este manantial se le denomina Fuente de Feijoo.
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