El edificio que hoy contemplamos corresponde a un tercio aproximadamente de la edificación primitiva. Durante la baja Edad Media, la iglesia se derrumbó en parte, reconstruyéndose entonces la cabecera actual. Hoy está en pie el primitivo pórtico y uno de los tramos de la nave original.
Exteriormente los muros son recorridos por contrafuertes y en ellos se abren huecos que se adornan con celosías de piedra completamente trabajadas. De la totalidad de celosías del monumento, se conservan cuatro originales.
El interior está dividido en tres naves, que se separan por vez primera por medio de altas columnas en lugar de pilares. Las columnas apoyan sobre bases decoradas con los símbolos de los evangelistas. Los grandes capiteles donde apoyan las arquerías están decorados por motivos de origen bizantino y norteafricano.
A los pies de la nave, sobre el antiguo pórtico se sitúa una tribuna. A ella se accede por un hueco decorado por pilastras de mármol, subiendo unas estrechas escalerillas de piedra.
En la tribuna hay cuatro arquillos, que corresponden a otras tantas puertas, decorados con motivos de tradición visigoda.
Todo el interior está abovedado y sobre la parte de la bóveda que cubre la tribuna hay un compartimento inaccesible, iluminado exteriormente por una celosía circular, que proporciona una gran esbeltez al edificio.
Junto con Santa María del Naranco conforman lo que se conoce como el Prerrománico del Naranco.